Tradicionalmente se ha venido afirmando que nuestro cerebro podía dar una respuesta consciente y deliberada frente a actitudes, emociones o comportamientos. Es decir, que podríamos controlar nuestras respuestas ante una situación estimular determinada.
Hoy, gracias a los avances de la llamada Neurociencia Cognitiva, sabemos que hay procesos cerebrales inconscientes que regulan nuestros comportamientos. Es lo que llamamos respuestas implícitas y automáticas, las cuales se encuentran fuera de nuestro control. Una de estas medidas es la llamada Actividad Electrodermal o EDA.
La Actividad Electrodermal (EDA) es un proceso neuropsicológico que hace referencia a las propiedades eléctricas de la piel como respuesta de sudoración ante un determinado estímulo. Es un indicador de la actividad del Sistema Nervioso Simpático, de la actividad y variación de las glándulas sudoríparas y de los tejidos dérmicos y epidérmicos asociados a la piel. Generalmente la activación del EDA va asociada a un aumento de nuestros niveles de estrés. También se ha empleado para medir los niveles atencionales, el procesamiento de la información y se ha empleado como predictor de la conducta. Se ha señalado, además, que cuenta con la capacidad de reflejar estados emocionales.
La responsable de dicho aumento de nuestros niveles estresores es la rama simpática de nuestro Sistema Nervioso Autónomo, la cual desencadena en los seres humanos un aumento de la sudoración y una activación de la conductancia de la piel. Cuando este aumento se produce, lo hace también nuestro ritmo cardiaco y nuestra presión arterial. Concretamente, la actividad electrodermal tiene dos fases: una conocida como Skin Conductance Level, que haría referencia al nivel de activación general que podemos tener, es decir, nos proporciona una medida general de factores estresantes; y Skin Conductance Response, que refleja nuestra activación ante un estímulo concreto. Ambas son manifestaciones internas del individuo.
Las respuestas electrodermales de los niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA) pueden ser diferentes a la de los niños con Desarrollo Típico, pudiendo ser un indicador de la afección. Existe evidencia científica de una mayor reactividad cuando los niños se enfrentan a estados de miedo, ansiedad o estados de evitación,; cuando se exponen a estímulos auditivos de carácter social, o cuando deben hacer frente a la mirada directa de otra persona.
El registro de dicha señal es un registro no invasivo, dado que se trata de una pulsera que se coloca en la mano no dominante del niño y que va trasmitiendo sus respuestas.
Dado que actualmente el diagnóstico se realiza con entrevistas donde se hace una observación directa del niño, la Actividad Electrodermal (EDA) puede suponer una medida que nos proporcione respuestas implícitas de los estados cognitivos y afectivos del paciente y con ello intentar objetivizar el diagnóstico. Contar con un dispositivo de registro de EDA nos puede aportar un marcador emocional, de estados de ansiedad o de estrés que nos ayude a mejorar la calidad de vida de las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA).
Uno de los objetivos de nuestro Proyecto T-Room para intervención en autismo es obtener esta medida, pero dentro de un entorno controlado y seguro como es un Entorno Virtual Inmersivo, de modo que podamos evaluar dicha respuesta inconsciente y asociarla a nivel científico al diagnóstico de la afección.
Elena Olmos Raya, investigadora en Red Cenit
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