El Trastorno del Espectro Autista (TEA) no tiene cura, pero sí tratamiento. La intervención en el aula tiene una gran relevancia en los/as niños/as con este problema, por lo tanto, es muy importante la contribución de los maestros en su desarrollo y bienestar, de ahí la importancia de la detección del autismo en el colegio y de un diagnóstico precoz.

Aunque cada niño/a es diferente, debemos tener en cuenta una serie de patrones comunes del desarrollo infantil que nos pueden servir como referencia a la hora de identificar posibles señales de alarma para detectar el TEA.

Estos factores no implican que un/a niño/a tenga TEA, pero sí hacen aconsejable una evaluación especializada para confirmar o descartar el diagnóstico.

Al no disponer de marcadores biológicos que nos ayuden a diagnosticar esta patología, es importante que nos basemos en manifestaciones clínicas o comportamentales.

Algunos niños/as TEA muestran un tipo de sintomatología clara y visible, como por ejemplo:

  • Ausencia del contacto ocular.
  • Retraso o ausencia del habla.
  • Falta de respuesta a expresiones faciales.
  • Falta de reacción a estímulos sonoros.
  • Alteración sensorial.
  • Ausencia del juego simbólico.
  • No presta atención a otras personas.
  • No señala objetos para dirigir la atención a otras personas.
  • Falta de interés por los niños de su edad.

La función del maestro en la detección del autismo en el colegio es muy importante, ya que en muchas ocasiones son estos mismos los que ponen en alerta a los padres al observar un desarrollo inadecuado en las habilidades básicas o en las relaciones sociales con el resto de niños/as de su edad.

En cuanto a la detección del autismo en el colegio en niños con alto rendimiento o Síndrome de Asperger es más difícil de detectar, ya que no suelen existir manifestaciones de forma clara hasta que el problema se expone a un mayor grado de demanda social, es decir, cuando el/la niño/a entra al colegio. Por lo tanto, en este caso el papel del maestro es fundamental.

Los principales síntomas podrían ser:

  • Conductas agresivas.
  • Vocabulario muy elaborado o pedante.
  • Desarrollo deficiente del lenguaje (mutismo, entonación rara o inapropiada, …).
  • Tendencia a hablar sólo sobre temas de su interés.
  • Graves problemas de adaptación a los cambios.
  • Déficit en las habilidades sociales.
  • Torpeza motora.
  • Falta de cumplimiento de las normas de clase.
  • Reacción negativa ante estímulos.

Por lo tanto, es muy importante que en el momento en el que el docente sospeche, informe a los padres y se derive al niño/a para realizar una valoración diagnóstica exhaustiva lo antes posible, con el objetivo de descartar o confirmar el diagnóstico.

Un diagnóstico precoz es la clave para acceder cuanto antes a una atención temprana especializada y específica, de este modo favorecer el desarrollo y la calidad de vida de los/as niños/as con autismo y el bienestar emocional de las familias.

Andrea Botella, pedagoga y terapeuta en RED CENIT

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