Cuando el bebé nace ya posee una memoria incipiente porque las neuronas encargadas para este fin inician su desarrollo en el tercer trimestre de gestación. Puede empezar recordando olores. El olor favorito es el de la madre y el de la leche materna, a la vez que empieza a recordar y reconocer voces y algunas caras familiares, sin tener consciencia de que son, es decir, desde una memoria inconsciente.

Se trata de un proceso de construcción gradual y complejo con el fin de convertirse en un instrumento fundamental para diversas actividades de la vida.

En esta ocasión hablaremos de los momentos por los que pasa el desarrollo de la memoria infantil:

  • De 0 a tres meses: está presente la memoria implícita, es decir, aquella que registra y almacena la información de un modo no consciente (memoria inconsciente), y que será́ la responsable de la formación en el niño de ‘modelos mentales’ posteriores, que podrá utilizar más adelante. Se trata de una memoria de reconocimiento (sonidos, olores…). Un ejemplo de ello es que son capaces de reconocer la voz de la madre o de algún familiar muy cercano, a pesar de que falta evolucionar y poder catalogar los recuerdos y ubicarlos en el tiempo.
  • Alrededor de los seis meses: es cuando ya tiene en pleno desarrollo la memoria a corto plazo. Reconoce completamente a las personas más cercanas y las recuerdan bien, (abuelos, hermanos, padres, cuidadoras), por lo que ya empieza a extrañar a la gente que no conoce, y también comprende la relación que existe entre algunas acciones, (rutinas), porque las recuerda. Ejemplo de ello es que cuando le quitan ropa sabe que le van a bañar. También puede recordar y señalar en un cuento las imágenes y caras de los personajes, etc. Recuerda algunas palabras y reacciona ante ellas, así como imita acciones muy sencillas.
  • De los 8 a los 12 meses: ya se reconoce a sí mismo frente al espejo, y lo mismo con fotos de familia. Ya está avanzando en la permanencia del objeto, con la representación de que los objetos existen aunque no los vea, es por lo que ya busca un objeto escondido delante de él, hecho que constituye la base de la memoria de trabajo, pues ya puede retener información y compararla con la información nueva, por lo que sabe lo que es diferente. Empieza a desarrollar la capacidad de resolución de problemas cuando utiliza medios para alcanzar fines. Es el caso de utilizar un rastrillo para acercar un juguete motivante para él. Ya es capaz de imitar gestos del adulto cuando lo tiene delante e incluso retener e imitar recordando gestos que no tiene delante. Por los avances que va experimentando su memoria progresa en la anticipación y la relación causa-efecto basándose en experiencias del pasado reciente. Ejemplo de ello es que relaciona las acciones, como coger el carrito con que va a salir de paseo.
  • A partir de los 12 meses: comienza desarrollo de la memoria semántica, refiriéndose a la memoria de los hechos sobre el mundo y la experimentación adquirida, teniendo un papel fundamental en la adquisición del lenguaje. Recuerda mucho más debido a que ya tiene cierta expresión lingüística, y aparece la memoria explicita porque ya puede comunicarse. Sabe que si aprieta un botón el gato maúlla, o si da la vuelta a una tarjeta vera una imagen. Retiene y relaciona algunos sonidos con situaciones. A los 18 meses ya recuerda acontecimientos en un determinado orden espacio-temporal.
  • A partir de los 24 meses: es cuando el lenguaje empieza a emerger con fuerza y con ello la memoria a largo plazo. Recuerda nombres de personas, objetos, colores, etc. Puede seguir el hilo al contarle un cuento, porque recuerda la historia. Expresa sus sentimientos básicos y los relaciona con situaciones.
  • A partir de los 3 años su memoria es buena identificando, (pan, coche, casa, gato, etc.), y cuenta con una memoria consciente que le permite recordar muchas cosas y situaciones importantes que recordará hasta la edad adulta. No es raro que los primeros recuerdos que tenemos de nuestra infancia se remonten a cuando teníamos tres años. En esta edad preescolar el desarrollo del lenguaje  permite el desarrollo de la memoria autobiográfica, y recuerda aquello de lo cual tiene una experiencia directa y será el recuerdo de sus primeras experiencias el que configure muchas de sus actitudes ante la vida. También en este momento empieza a desarrollar la atención y la capacidad de observación, factores que tienen mucho que ver con el desarrollo de la memoria y el aprendizaje.
  • Desde los 6-7 años ya emplean las estrategias de la memoria con mayor habilidad y flexibilidad, viéndose por ejemplo que si el niño de 5 años tras ser entrenado podía usar la repetición, ahora la usará de forma espontánea. Lo mismo sucederá con las estrategias de organización y agrupamiento, facilitando así el mantenimiento de la información a corto plazo, así como su almacenamiento en la de largo plazo, siendo permanente por tanto y accesible cuando lo requiera el niño/a. Aunque esta segunda estrategia aparecerá a partir de los 10 años, o antes si el niño está siendo entrenado.

Nosotros los adultos podemos contribuir de forma muy importante a que esta capacidad se potencie al máximo y a que madure correctamente. Sin olvidar una tarea muy importante: y es que debemos hacer lo posible por llenar la infancia del niño de buenos recuerdos, pues esto supone un crédito de confianza para toda la vida. Puede que haya recuerdos que no dependan de nuestra voluntad, pero hay otros, la mayoría, sobre los que sí podemos influir muy positivamente fijándolos y dándoles el mejor sentido.

En el próximo artículo hablaremos de actividades y juegos para estimular la memoria en el niño.

Pilar Espinosa, psicóloga de Red Cenit Valencia